Por ese palpitar en las aventuras de la China Iron

Me miró con desconfianza y me alcanzó una taza con un líquido caliente y me dijo “tea”, como asumiendo que no conocería la palabra y teniendo razón. “Tea”, me dijo, y eso que en español suena a ocasión de recibir, “a ti”, “para ti”, en inglés es una ceremonia cotidiana y eso me dio con la primera palabra en esa lengua que tal vez había sido mi lengua madre y es lo que tomo hoy mientras el mundo parece amenazado por lo negro y lo violento, por el ruido furioso de lo que no es más que una tormenta de tantas que sacuden este río. Gabriela Cabezón Cámara, “Las Aventuras de la China Iron” Al igual que la protagonista de este libro, estoy tomando mi té. El té que hace siglos es objeto de bienvenida, apertura, solidaridad. El té para bienvenir al otro, desconocido, huérfano, distinto. El té que romperá las barreras, los límites entre las personas. El té que no necesita de la palabra porque usa el idioma del agua que espeja y transparenta. Me acuerdo de la primera vez que me a...